Aquí comparto una conversación que tuve conmigo misma, quizás os suena también…
– No me encuentro muy bien en este momento, no estoy en paz. ¿Que tengo que hacer?
– ¡Ama!
– Y, ¿cómo?
– Amando. Siendo Amor. No tienes que hacer nada más que ser lo que ya eres, Amor
– ¿Te estas riendo de mí?
– Sí, claro. Que otra cosa podemos hacer mejor que eso, reír.
– Entonces, ¿por qué tengo esa sensación de perder el tiempo, de estar perdida en mi camino?
– Porque aun tienes esa creencia que «debes» hacer algo.
– ¿Y como me la quito?
– No te la tienes que quitar, tan solo, obsérvala. Obsérvala desde tu Ser más profundo, ese que siempre esta ahí y que estará siempre.
– ¡Vale! Observo esa idea: “Debo hacer algo”.
– ¿Que hay detrás?
– Miedo al castigo (infierno). Algo así como: No he hecho mis deberes, entonces…voy a recibir un castigo…Recuerdo cuando empezó esta idea dentro de mi…Hubo un tiempo en que no la tenía, ¿verdad? Entonces, ¿la puedo dejar ir?
– Claro
– Si, si pero…entonces no haré nunca nada
– ¿Estás segura de eso?
– No. Quizás lo mejor sería probarlo.
– ¿Recuerdas alguna vez que hiciste algo sin que fuera por deber o por necesidad?
– Si, cuando algo dentro de mí me empujaba a hacer.
– ¿Y quién o qué era ese algo?
– Algo muy profundo en mi interior, esa parte de mi que llamamos “la que sabe”, esa que sabe con el corazón y no con la mente. Si, empiezo a distinguir las dos voces cada vez mejor.
Entonces, ¿puedo hablar con «la que sabe»?
– Sí, es justamente lo que estás haciendo ahora mismo.
– ¿Y…la puedo hacer preguntas?
– ¿Tu qué piensas o más bien tu que sientes?
– Pues que sí, para eso sabe, ¿verdad?
– Pregunta y después escucha en silencio…
– ¿Solo eso?
– Si, solo eso.
Gracias María Elisa.
Siempre es un consuelo leerte.
Me reconozco en ese diálogo.
Justo hoy he leído en otro sitio: no necesitas la aprobación de nadie sólo de tí misma.
Un abrazo.
Rosa María
Gracias à ti, Rosa Maria
Que placer leerte y sentir que estas aqui, presente.
Un abrazo grande
Maria-Elisa