«¿Habéis pensado alguna vez que lo que vemos tal vez dependa de lo que creemos? ¿Qué sucedería si aceptásemos la idea de que todo lo que percibimos viene determinado por nuestros pensamientos? Tal vez conseguiríamos reconocer (lo cual, al principio, nos resultará un tanto extraño) que nuestros pensamientos son la causa y que nosotros vemos el efecto. Sería de necios, en ese caso, culpar al mundo o a las personas de la miseria o del sufrimiento que experimentamos, puesto que la percepción se considera un reflejo, no un hecho.
Imaginad ahora que la mente es una cámara que proyecta nuestro estado interior sobre el mundo. Cuando tenemos la mente llena de pensamientos negativos, vemos el mundo y a las personas desde una perspectiva negativa. Por otro lado, cuando la mente está en paz, el mundo y los demás nos resultan agradables. Podemos decidir levantarnos por la mañana y ver un mundo amable a través de unas gafas que dejen que entre solo el amor.
Probablemente nos convenga poner en duda nuestra necesidad de controlar el mundo exterior. Vale más aprender a controlar nuestro mundo interior tomando los pensamientos que queremos crear en nuestra mente. La paz mental nace de nuestros propios pensamientos, irradiándose después hacia el exterior. A partir de nuestra paz interior (causa) desarrollamos una percepción pacífica del mundo (efecto)».
Extracto de Amar es liberarse del miedo, de Gerald Jampolsky (Maestro de «Un curso en milagros»).